holito!
http://harakirisentimental.blogspot.com/…/sin-crueldad-no.h…
Aquí todos estamos tristes y no lo sabemos,
o pretendemos no saber.
Ya no nos preguntamos para qué ni cuál es el punto de estar, sino en cuál acabar.
Somos esa carta sin enviar y sin remitente al fondo del cajón junto todo lo que se nos ha perdido.
Catalépticos.
Vagabundos.
Aquí nadie está bien y me pides que te lo cuente con palabras bonitas porque te asusta venir a visitarnos.
Que no sabes si podrás salir, y te digo yo que lo que debería preocuparte no es eso, lo jodido es haber entrado.
Y por qué.
La poesía es una forma de autodefensa.
De masturbarse el corazón.
De serle infiel a la carencia.
Eso no tengo que contártelo.
Yo no elegí estar aquí.
Pero de alguna manera elegí regresar, como quien vuelve al sótano de su captor.
Porque alguien debía cuidar tus pasos y torcer los caminos de tu curiosidad.
Habito entre la herrumbre y la incógnita de tu presencia.
De dormir y no dormir contigo.
De verte sin recordar tu rostro.
De tenerte sin que estés.
De delinear tu espalda con la lengua escalfada.
Como una fe ciega a la que le prendo velas sólo para cauterizarme la soledad.
Y en esta iglesia abandonada sólo reza el eco de una niña hablándole a la pared. Inconfesa, esperando ser redimida de pecados que no cometió.
Pero todos pagamos.
Por eso siempre estamos tristes.
Aquí todos estamos tristes.
Mas de algún lado has de hurgar para alimentarte, y por eso dejo rasques en mi cordura con tus uñas quebradizas. Así que abrí las puertas a la cripta que es mi centro para que el frío no te cortara la respiración. Aquí ya hay suficientes cosas que cortan. Que muerden. Que violan y crucifican.
Sobre este suelo de arcilla acuosa la salvación es sólo un farol de luz intermitente con complejo de apagón. El mutismo te lame sórdido la oreja, recordándote quién manda.
Todos te miran.
Cuando te miro, todos te miran.
Los siento aquí dentro, resollando.
Como bestias enjauladas sonriéndole a tu pupila.
Y me reprochan tu aliento, tus manos, tu calidez.
Ya sea queriendo te alejes o queriendo un trozo de ti.
De tu carne, de tu espíritu.
Soy un espectador del hambre, de la codicia, de la violencia de poseerte.
Y me parto para no partirte a ti.
Me pongo el bozal y me echo en tu regazo.
Paciente.
Porque el amor es paciente y se resigna, se amansa.
Aquí todos estamos tristes, pero a veces lo olvido.
O pretendo olvidarlo.
Aquí todos estamos tristes y no lo sabemos,
o pretendemos no saber.
Ya no nos preguntamos para qué ni cuál es el punto de estar, sino en cuál acabar.
Somos esa carta sin enviar y sin remitente al fondo del cajón junto todo lo que se nos ha perdido.
Catalépticos.
Vagabundos.
Aquí nadie está bien y me pides que te lo cuente con palabras bonitas porque te asusta venir a visitarnos.
Que no sabes si podrás salir, y te digo yo que lo que debería preocuparte no es eso, lo jodido es haber entrado.
Y por qué.
La poesía es una forma de autodefensa.
De masturbarse el corazón.
De serle infiel a la carencia.
Eso no tengo que contártelo.
Yo no elegí estar aquí.
Pero de alguna manera elegí regresar, como quien vuelve al sótano de su captor.
Porque alguien debía cuidar tus pasos y torcer los caminos de tu curiosidad.
Habito entre la herrumbre y la incógnita de tu presencia.
De dormir y no dormir contigo.
De verte sin recordar tu rostro.
De tenerte sin que estés.
De delinear tu espalda con la lengua escalfada.
Como una fe ciega a la que le prendo velas sólo para cauterizarme la soledad.
Y en esta iglesia abandonada sólo reza el eco de una niña hablándole a la pared. Inconfesa, esperando ser redimida de pecados que no cometió.
Pero todos pagamos.
Por eso siempre estamos tristes.
Aquí todos estamos tristes.
Mas de algún lado has de hurgar para alimentarte, y por eso dejo rasques en mi cordura con tus uñas quebradizas. Así que abrí las puertas a la cripta que es mi centro para que el frío no te cortara la respiración. Aquí ya hay suficientes cosas que cortan. Que muerden. Que violan y crucifican.
Sobre este suelo de arcilla acuosa la salvación es sólo un farol de luz intermitente con complejo de apagón. El mutismo te lame sórdido la oreja, recordándote quién manda.
Todos te miran.
Cuando te miro, todos te miran.
Los siento aquí dentro, resollando.
Como bestias enjauladas sonriéndole a tu pupila.
Y me reprochan tu aliento, tus manos, tu calidez.
Ya sea queriendo te alejes o queriendo un trozo de ti.
De tu carne, de tu espíritu.
Soy un espectador del hambre, de la codicia, de la violencia de poseerte.
Y me parto para no partirte a ti.
Me pongo el bozal y me echo en tu regazo.
Paciente.
Porque el amor es paciente y se resigna, se amansa.
Aquí todos estamos tristes, pero a veces lo olvido.
O pretendo olvidarlo.
Liked by:
Porcelana Syrënia.
What do you mean
Leslie.
+5 answers
Read more