¿ Cuáles son sus respuestas a los argumentos de esta militante vegana ?.Gracias: http://www.lavanguardia.com/vida/20131213/54395505160/si-no-te-gustan-los-filetes-de-golden-retriever-por-que-comes-hamburguesas.html
Pues es que es muy buena argumentando. Según su lógica es igual tener de mascota a mi estimado Teko que a un oso polar. Me lo pensaré. Aunque no creo que un oso polar quepa en la cama de Teko. Y según su lógica es igual comer champiñones que ejemplares de Amanita phalloides, eso de comer ciertas setas y no otras es por una creencia errónea, seguramente.
Vamos, que en el universo de los animalistas (del que esta mujer es una cismática que se pone por su cuenta para no compartir el negocio con Newkirk), sus argumentos son de los más endebles. Primero porque sirven igualmente al revés: no tenga usted mascotas, cómaselas como hacen en Corea o Indonesia.
Esta mujer realmente parece asumir que no hay diferencias entre animales y que debemos considerarlos a todos iguales. Aunque los conocimientos sobre evolución, taxonomía, genética, fisiología, ecología y otros demuestren y expliquen que los animales son todos distintos, y por qué. Algunos son depredadores, otros son presas, otros son carnívoros, otros herbívoros, otros omnívoros, unos sociales, otros solitarios...
De hecho, la razón por la que no nos comemos a nuestros perros es porque hace más de 100.000 años que los perros y nosotros trabajamos asociados para comernos a otros animales, es decir, el perro es un compañero de caza, lo que lo hace un poco diferente del animal cazado, fuente de proteína, de calor, de recursos diversos. Aunque en lugares donde la proteína animal escaseaba (lugares de Asia, África y Mesoamérica), el perro era alimento. Y los gatos son distintos de los ratones porque los ratones se comían nuestras reservas de alimentos en el invierno y los gatos se comían a los ratones protegiendo dichas reservas.
Claro que hacemos distinciones. Somos un animal especialmente dotado para hacer distinciones. Y esas distinciones nos han permitido saber que somos animales omnívoros que comen alimentos cocinados. Hay indicios de que lo fue el Homo erectus, una especie anterior a la nuestra. Nuestra cara, nuestros dientes, nuestro aparato digestivo, lo dicen claramente. Quizás esta psicóloga social debería estudiar algo al respecto antes de dictaminar que comemos carne por una creencia y una "ideología" determinada que ella se inventó.
Vamos, que en el universo de los animalistas (del que esta mujer es una cismática que se pone por su cuenta para no compartir el negocio con Newkirk), sus argumentos son de los más endebles. Primero porque sirven igualmente al revés: no tenga usted mascotas, cómaselas como hacen en Corea o Indonesia.
Esta mujer realmente parece asumir que no hay diferencias entre animales y que debemos considerarlos a todos iguales. Aunque los conocimientos sobre evolución, taxonomía, genética, fisiología, ecología y otros demuestren y expliquen que los animales son todos distintos, y por qué. Algunos son depredadores, otros son presas, otros son carnívoros, otros herbívoros, otros omnívoros, unos sociales, otros solitarios...
De hecho, la razón por la que no nos comemos a nuestros perros es porque hace más de 100.000 años que los perros y nosotros trabajamos asociados para comernos a otros animales, es decir, el perro es un compañero de caza, lo que lo hace un poco diferente del animal cazado, fuente de proteína, de calor, de recursos diversos. Aunque en lugares donde la proteína animal escaseaba (lugares de Asia, África y Mesoamérica), el perro era alimento. Y los gatos son distintos de los ratones porque los ratones se comían nuestras reservas de alimentos en el invierno y los gatos se comían a los ratones protegiendo dichas reservas.
Claro que hacemos distinciones. Somos un animal especialmente dotado para hacer distinciones. Y esas distinciones nos han permitido saber que somos animales omnívoros que comen alimentos cocinados. Hay indicios de que lo fue el Homo erectus, una especie anterior a la nuestra. Nuestra cara, nuestros dientes, nuestro aparato digestivo, lo dicen claramente. Quizás esta psicóloga social debería estudiar algo al respecto antes de dictaminar que comemos carne por una creencia y una "ideología" determinada que ella se inventó.