Profesor, quisiera su apreciación sobre la organización internacional greenpeace. De antemano gracias.
Hombre, a ver, no soy profesor y cuando lo fui fue de inglés y de periodismo, nada más.
Greenpeace: nació de una buena intención enormemente irracional (el comité "No hagan una ola", unos tipos que creían que la prueba nuclear de Amchitka en 1971 provocaría un tsunami mortal en todo el Pacífico y reventaría la falla de San Andrés) aunque lo esencial era, claro, la lucha contra las armas nucleares. Era la guerra fría, todos temíamos un holocausto nuclear (por esos mismos días, un grupo de muchachos de 14-15-16 años se manifestaba contra las armas nucleares en la embajada de Estados Unidos en México, éramos pocos, cupimos todos en una "julia" o lechera de la policía).
Con el tiempo, por desgracia, el grupo se fue volviendo más irracional. Confundió la lucha contra las armas nucleares con la lucha contra la energía nuclear en prácticamente todas sus formas, desarrolló una mitología absurda sobre el medio ambiente que no tenía mucho que ver con lo que decían los expertos en el tema (a quienes rechazan de plano) e inventaron el "ecologismo" como una visión más bien religiosa o de fe respecto de la realidad biológica del planeta, con frecuencia contaminada de una clara misantropía.
Hoy es un negocio gigantesco, con dirigentes que cobran sueldos similares a los de los jefes de estado europeos, un presupuesto elevadísimo y una serie de campañas cada vez más irracionales y desprendidas de la realidad. Siguen luchando contra la energía nuclear (incluso la investigación sobre fusión, que es la gran promesa de energía abundante, barata y no contaminante), luchan contra los transgénicos, se inventan "toxicidades" que les permiten hacer campañas altamente mediáticas y se oponen a prácticamente cualquier intervención en la naturaleza por parte del hombre, sin matices. Algunas de sus campañas, simplemente por probabilidades, defienden buenas causas (como la lucha contra la deforestación del Amazonas) pero en general son poco efectivos y muy efectistas. Es decir, la gente les da dinero porque salen en la tele y en los diarios, pero no porque hayan tenido logros relevantes que beneficien a la sociedad. Los grandes avances en la conservación del medio ambiente los han hecho otros, usando precisamente la ciencia y la tecnología que Greenpeace desprecia y combate.
Y mienten demasiado para ser considerados una organización seria. Estoy por publicar una entrevista, por cierto, que le hice en julio al director ejecutivo de Greenpeace España y que sustenta mucho de lo que digo.
Greenpeace: nació de una buena intención enormemente irracional (el comité "No hagan una ola", unos tipos que creían que la prueba nuclear de Amchitka en 1971 provocaría un tsunami mortal en todo el Pacífico y reventaría la falla de San Andrés) aunque lo esencial era, claro, la lucha contra las armas nucleares. Era la guerra fría, todos temíamos un holocausto nuclear (por esos mismos días, un grupo de muchachos de 14-15-16 años se manifestaba contra las armas nucleares en la embajada de Estados Unidos en México, éramos pocos, cupimos todos en una "julia" o lechera de la policía).
Con el tiempo, por desgracia, el grupo se fue volviendo más irracional. Confundió la lucha contra las armas nucleares con la lucha contra la energía nuclear en prácticamente todas sus formas, desarrolló una mitología absurda sobre el medio ambiente que no tenía mucho que ver con lo que decían los expertos en el tema (a quienes rechazan de plano) e inventaron el "ecologismo" como una visión más bien religiosa o de fe respecto de la realidad biológica del planeta, con frecuencia contaminada de una clara misantropía.
Hoy es un negocio gigantesco, con dirigentes que cobran sueldos similares a los de los jefes de estado europeos, un presupuesto elevadísimo y una serie de campañas cada vez más irracionales y desprendidas de la realidad. Siguen luchando contra la energía nuclear (incluso la investigación sobre fusión, que es la gran promesa de energía abundante, barata y no contaminante), luchan contra los transgénicos, se inventan "toxicidades" que les permiten hacer campañas altamente mediáticas y se oponen a prácticamente cualquier intervención en la naturaleza por parte del hombre, sin matices. Algunas de sus campañas, simplemente por probabilidades, defienden buenas causas (como la lucha contra la deforestación del Amazonas) pero en general son poco efectivos y muy efectistas. Es decir, la gente les da dinero porque salen en la tele y en los diarios, pero no porque hayan tenido logros relevantes que beneficien a la sociedad. Los grandes avances en la conservación del medio ambiente los han hecho otros, usando precisamente la ciencia y la tecnología que Greenpeace desprecia y combate.
Y mienten demasiado para ser considerados una organización seria. Estoy por publicar una entrevista, por cierto, que le hice en julio al director ejecutivo de Greenpeace España y que sustenta mucho de lo que digo.