Buenas noches, Mauricio, una pregunta: Recientemente Umberto Eco mencionó que las redes sociales le dan derecho de hablar a 'legiones de idiotas'. Estás de acuerdo, o en contra? Yo lo veo un tanto extremo, pero quisiera leer tu opinión. Gracias.
Soltar la frase sin contexto es una traición, como suele ocurrir, porque como tal ya se autocondena. Primero, ¿qué dijo Eco?:
“I social media danno diritto di parola a legioni di imbecilli che prima parlavano solo al bar dopo un bicchiere di vino, senza danneggiare la collettività. Venivano subito messi a tacere, mentre ora hanno lo stesso diritto di parola di un Premio Nobel. È l’invasione degli imbecilli.”
"Los medios sociales dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces, se les callaba rápidamente, pero ahora tienen el mismo derrecho de palabra que un ganador del Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles".
Sí, estoy de acuerdo en la esencia. La redacción parecería implicar que los imbéciles no deben tener "derecho a hablar", pero el contexto indica lo contrario. El problema es la entidad que se le da a lo que dice cualquiera. El imbécil del bar que dice alguna estupidez contra los negros, sobre el gobierno, denigrando a las mujeres, informando de una conspiración horrible, es omitido por los parroquianos razonables. Pero si a ese mismo imbécil le das un teclado, de pronto parece que lo que dice es relevante, importante y de alguna manera representativo de un colectivo. Lo que ocurre entonces es que otros imbéciles se sienten validados en sus delirios y algunas personas medianamente inteligentes pierden el tiempo o tomándolos en serio o teniendo que combatirlos.
¿Es cierto? Absolutamente. ¿Es políticamente incorrecto decirlo? Aterradoramente. La idea del relativismo posmoderno de que todas las opiniones son igualmente valiosas se encuentra ante este hecho y decide que además todas las opiniones son representativas de sectores iguales de la población. Por favor: Miguel Celades, Rafapal, David Icke, la monja Forcades, Julie Bindel y otros muchos, sin Internet serían el "lunatic fringe", los márgenes delirantes de la sociedad, los loquitos.
Así que, con el matiz semántico más allá de la frase soltada en una reunión con la prensa, Eco nuevamente ha dado en el clavo, creo yo. Y lo más importante, nos exige pensar en cómo manejar el asunto sin que ello implique, nunca, coartar la libre expresión de los chiflados, de la gente que no piensa como nosotros, pero al mismo tiempo estableciendo que la libertad de hablar y de pensar y de opinar es muy distinta al derecho a decidir por los demás, y muy distinta del derecho a mentir, a estafar, a engañar, a timar y a abusar de la buena fe ajena.
“I social media danno diritto di parola a legioni di imbecilli che prima parlavano solo al bar dopo un bicchiere di vino, senza danneggiare la collettività. Venivano subito messi a tacere, mentre ora hanno lo stesso diritto di parola di un Premio Nobel. È l’invasione degli imbecilli.”
"Los medios sociales dan derecho de palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces, se les callaba rápidamente, pero ahora tienen el mismo derrecho de palabra que un ganador del Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles".
Sí, estoy de acuerdo en la esencia. La redacción parecería implicar que los imbéciles no deben tener "derecho a hablar", pero el contexto indica lo contrario. El problema es la entidad que se le da a lo que dice cualquiera. El imbécil del bar que dice alguna estupidez contra los negros, sobre el gobierno, denigrando a las mujeres, informando de una conspiración horrible, es omitido por los parroquianos razonables. Pero si a ese mismo imbécil le das un teclado, de pronto parece que lo que dice es relevante, importante y de alguna manera representativo de un colectivo. Lo que ocurre entonces es que otros imbéciles se sienten validados en sus delirios y algunas personas medianamente inteligentes pierden el tiempo o tomándolos en serio o teniendo que combatirlos.
¿Es cierto? Absolutamente. ¿Es políticamente incorrecto decirlo? Aterradoramente. La idea del relativismo posmoderno de que todas las opiniones son igualmente valiosas se encuentra ante este hecho y decide que además todas las opiniones son representativas de sectores iguales de la población. Por favor: Miguel Celades, Rafapal, David Icke, la monja Forcades, Julie Bindel y otros muchos, sin Internet serían el "lunatic fringe", los márgenes delirantes de la sociedad, los loquitos.
Así que, con el matiz semántico más allá de la frase soltada en una reunión con la prensa, Eco nuevamente ha dado en el clavo, creo yo. Y lo más importante, nos exige pensar en cómo manejar el asunto sin que ello implique, nunca, coartar la libre expresión de los chiflados, de la gente que no piensa como nosotros, pero al mismo tiempo estableciendo que la libertad de hablar y de pensar y de opinar es muy distinta al derecho a decidir por los demás, y muy distinta del derecho a mentir, a estafar, a engañar, a timar y a abusar de la buena fe ajena.