Daenerys

Habían pasado varios días desde que Pietro partió de este mundo, casi no había tenido ganas de levantarme de la cama y en realidad todo me daba igual. Los Cullen vieron la fluctuación de mi mutación y tuvieron preguntas, mismas que mi padre Charles se encargo de responder mientras hacía un justificante a la escuela, pues no me presentaría por estar "muy enferma". Casi no había probado alimento, me dolia el levantarme y mi cara siempre estaba humeda, por las lagrimas. Me cuesta trabajo creer que no muriera de deshidratación.
–¿Y esa apariencia?– mi padre pregunto entrando a la habitación que la abuela me había dado, siempre mi vista estaba hacia la ventana que me podía ver el cielo nublado de Forks, tan nublado como mi alma. –Ya la mayoría sabemos que esa no es la real, ¿por que seguir usándola en nuestra presencia?– su silla choco contra mi cama e hizo un esfuerzo en subirse en ella, me gire y mi cabeza quedo sobre su regazo.
–Me protege. Me duele verme al espejo con mi apariencia real, porque me parezco a Pietro...y él ya no esta con nosotros. Mi corazón llora y mi alma tiene mucha pena. Papá, ¿Cómo me quito esto?– Un sollozo se escapo de mi garganta y cerre los ojos sintiendo la caricia de mi padre en mi cabello.– No puedo con esto...ni siquiera puedo imaginar como esta mi hermana.–

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《Si te tuviera en frente, ten por seguro que me fundiría en un abrazo contigo y nunca te soltaría.》

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Estaba todo en silenció. Wanda estaba a mi lado viendo un punto fijo mientras que llegaban de poco a poco los amigos que Pietro había hecho cuando ayudo a pelear contra aquel robot maligno.
Quizás te preguntes el como me sentía en esos momentos y puedo asegurar que no hay palabras para describir que tan agonizante me encontraba. Pietro ya no estaba en mi vida, ni sus bromas, sus risas o sus sonrisas que iluminarán mi universo entero...porque Pietro era así, un sol creciente y que brillaba con mucha intensidad. Tome la mano de mi hermana mientras respiraba con profundidad, ella lo había visto todo y solo podía pensar en que tan culpable se podía sentir.
Solo había atinado a llamar a mi papá Charles para avisarle y escuchar su llanto desgarrador por el teléfono preguntándose porque su pequeño Pietro. Las puertas se abrieron con fuerza y pude ver a la tía Raven jalando la silla de Charles, ambos con un rostro descompuesto. Detrás de ellos paso el tío Hank, el cuál no mostraba sentimientos algunos pero sabía que estaría roto por dentro, como todos nosotros.
Me levante cuando vi a Erick, mi padre, entrar a la sala y sentí a Wanda tensarse.
–¿Qué diablos haces aquí?–las manos de mi hermana se iluminaron con su clásico color rojo y tome su hombro para calmarla. Entro Lorna, nuestra media hermana, detrás de Erick y se puso junto a Hank.
–Déjalo Wanda, el perdió un hijo.–
–Nunca nos quiso, ¿por qué ahora el amor tan repentino?– cerré mis ojos con fuerza, sintiendo como se agolpaban mis lagrimas y amenazaban por correr por mis mejillas.
–Déjalo llorar su pena, no deja de ser su hijo...ni nosotras tampoco.– Lorna camino hacía nosotras y solté a Wanda para envolver en mis brazos a mi media hermana.
Mi padre se acerco al cuerpo de Pietro y soltó fuertes alaridos lamentándose por su pequeño que acababa de perder y con ello, mi corazón se hacía más chico, más pesado....más me dolía. Me aleje de Lorna y de Wanda, me encamine a donde estaba Charles y me hinque abrazándolo con fuerza, siendo correspondida por un fuerte abrazo y palabras de amor; prometiéndome que nunca dejaría que algo me pasará y por un momento desee creerle.

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–Pietro esta...¿qué?– mi voz se escucho entre cortada. Mi corazón ardía, mis lagrimas se asentaban en mis ojos, sentía mi cuerpo caliente y la sangre hervir. –¿Qué ocurrió?– Vi a los Cullen querer acercarse y di dos pasos atrás con el teléfono pegado a mi oreja.– ¿QUE DIABLOS OCURRIÓ WANDA?–Sabía que ella también estaba llorando, era su gemela; quién mejor lo entendía en el mundo. – Wanda, contestame por favor. ¿Que ocurrió?– y como si en cámara lenta se tratara, sentí mi cuerpo explotar.
Una luz morada y verdosa que salía de mi pecho me enredo y sentí el fuego quemar mis entrañas y como si de un rugido se tratara, mi corazón lloro lo que yo no podía hacerlo, no ahora.
Me encontré en el suelo de rodillas, llorando y con mi apariencia real sin poder creer lo que había escuchado. Mi dulce, mi tierno Petro no estaba más y mi ser pedía venganza, pedía un culpable.
Abrí mis ojos verdes brillando con una luz que según mi padre -que se encontraba viendo la escena desde un lugar seguro- producía escalofríos.
Cuando lo vio prudente, se acerco
y usando su poder de telepatía, hizo que me desmayara.
Dejando de sentir aquel gran y pesado dolor.

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Habían pasado dos semanas desde aquel día donde los Cullen -Hale me habían prestado atención y ahora todo se intensificaba. No podía tener un momento de paz ya que Alice, Emmett o Rosalie parecían ser mis siameses.
No había llamado a la escuela de Charles y eso me hacía sentir culpable, pero sabía que si daba un paso en falso podía poner la misión y a mi familia en riesgo. Quizás Charles ni la tía Raven tenían la misma idea ya que...bueno.

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–Chloe Hosterman.– la voz a mis espaldas me provoco un escalofrío y por un momento prensé en correo tan lejos como mis piernas me daban...tenía guardado el poder de Pietro así que eso me podía dar una ventaja contra mi padre...pero él es telepata así que él ya lo sabía.– ¿Por que no has llamado, jovencita?– me gire y pude sentir la incomodidad de Emmett Cullen a mi lado. Carraspeé un poco para indicarle a mi padre que estaba alguien presente pero poco lo intereso.– ¿No sabes el suplicio que sentí? Creí que algo te había pasado. Tu abuela nos dijo donde estabas, ¿que hice para que me hicieras eso?–

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–¿Te gustaría sentarte con nosotros?– la chica que antes había entrevistado con mí apariencia real se acerco
a mí, me parece que se llama Alice Cullen. Mire discretamente a la mesa donde su familia estaba junto con Isabella Swan y pude ver que todos me miraban con insistencia, con curiosidad y una que otra mirada con diversión. Regrese mi mirada a Alice y negué con la cabeza de manera suave.
–Te lo agradezco, dragă; pero no creo que encajaría en tu mesa. –me voltee a ver mi comida y sentí una mano fría...helada con ganas en mi brazo; jalándolo.
–Ven, sé que te divertirás.– Vaya, ella si que no soporta una negativa. Me levanté tomando mi charola de comida y dirigiéndome detrás de Alice a su mesa, donde casi todos me sonrieron y me quisieron incluir en su plática.–
–Y...¿Cuál es tu nombre?– Pregunto el chico que parecía un oso por su tamaño, era enorme y muy fornido.
–Chloe, Chloe Hosterman.– Dije con rapidez, eran datos que había pensado desde el día que Sallow me había dado esta misión.–

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–¿Y de donde vienes?– la chica era indiscreta a más no poder. Entendía ya que era el "juguete nuevo" y que todos estarían interesados en saber todo de mí, pero en realidad no tenía una historia solida. Mi madre se había ido después de un reencuentro dramático y hasta destructivo, nos quedamos (mis hermanos y yo) a cargo de un amigo de mi padre porque también el se fue y se convirtió en nuestro tutor legar y nuestro padre. Hasta ahí tenía y eso era porque...era la historia de mi vida.
–Transia.– la duda cruzo por el rostro de la chica y me apresure a aclararla.– Se encuentra entre Rumanía y Serbia...también es conocido como Sokovia.–
–Nunca lo había escuchado, ¿por que no tienes acento rumano?–
–Yo...pase parte de mi infancia y mi adolescencia en New York, donde mi tutor legal me enseñaba en casa, junto a mis hermanos. Todavía tengo el acento pero no me gusta enseñarlo.–
–¿y que haces acá?– pregunto otra sentándose junto a la chica que me hacía muchas preguntas. Me sentí incomoda pero me repuse de inmediato.–
–Mi abuela, Amanda Downey, vino a vivir para acá sola y ya está muy grande para eso...así que me vine para acá.–

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{F.B.I.}

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–¿Y si nos infiltramos?– La idea de Mort no me pareció tan descabellada en el momento, pero minutos después recordé que todos los estudiantes sabían quienes éramos. –
–No creo Mort, ellos saben que somos agentes federales.– hizo un ademan de hablar pero guardo silencio porque quizás no habían considerado aquello, Sallow poso su mirada en mi y sonrió maquiavélicamente, sabía que tenía un plan.
–Pero, tu eres una mutante, ¿no es así?– dijo como no queriendo la cosa y sentí que cayó un balde de agua fría en mi persona, enmudeciéndome.
–No creo que sea la mejor manera de usar mi mutación, quiero decir, no creo que Charles se sienta orgulloso...–
–Ayudarás a un caso y desarrollas competencias, eso esta bien.– me quede callada por un ratito y asentí.
–¿Qué apariencia quieres?–
–Sorpréndeme. Organizaremos todo para que vivas con tu abuela...te aseguro un aumento.–río alejándose de mi.–

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{F.B.I}

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–¿Tienes que irte?– mi abuela materna radicaba en esta ciudad, ignorando el paradero de su hija y teniendo contacto con sus nietos. Había estado en su casa por un rato casi todos los días en los que habíamos estado aquí, investigando y llegando a la conclusión de que era un caso extraño. Me senté en el sillón junto a ella y tome su mano, suspirando.
–Tengo que, no creo que sea justo que se este pagando una habitación en el hotel de este lugar para que yo no la ocupe. Casi siempre me encuentro por acá, así que no notarás mi ausencia en las noches.– le sonreí de manera tranquilizadora.
–No será lo mismo, Dany.– Mordí mis labios pensando. Asentí en silencio y ella sonrió levantándose, para empezar a arreglar las cosas para poder quedarme a dormir. Troné mi cuello y solo pude suspirar...había sido un día pesado...

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{1800}

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El doctor había revisado a mi madre de manera cuidadosa mientras mi padre se encontraba en el umbral de la puerta, mientras que mis hermanos y yo nos quedamos en la sala.
No lograba recordar si alguna vez había visto a alguien tan hermoso como aquel hombre que salvaguardaba la vida de mi madre, pero la negativa en mi cerebro me hizo sumergirme aún mas en mis pensamientos. ¿Sería un ángel que visita a mis padres para darles la sorpresa de una muerte inesperada? ¿Acaso Dios lo envió para evitar que el alma de mi madre purgara? Negue suavemente con mi cabeza para quitarme aquellos pensamientos ilógicos e ilusos ya que esto no podía ser real...no podía ser cierto.
–¿Ocurre algo, Katrina?– mi hermano estuvo al pendiente de cada movimiento que hacía y quizás se le hizo extraño, ya que no era muy usual que estuviera en silencio por mucho tiempo.
–No hermano, no pasa nada.– le sonreí para poder darle un poco de calma e intente no sumergirme en mis pensamientos pero poco éxito tuve ya que poco a poco volví a quedarme callada y en completa quietud, así permanecí hasta que el doctor salió de la habitación de mis padres.
Me levante como si de un tensor me tratará y me pare frente a él. –¿Todo esta bien?– quise sonar segura pero solo salió un susurro quizás poco audible para los demás pero el doctor sonrió y asintió con su cabeza.
–Todo esta bien, señorita Graham.–

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