Hipólito Américo de Miranda

Pues, tiene que haber-lo, no tengo porque ser el único que des-pués de haber-me en-amorado de vos por tu ser, forma y materia, y que, vos sos Pandora y la caja de Pandora juntos, siem-pre habrá alguien extrañando-te un poquito, mucho más por vuestras im-perfecciones que cual-quier otro perfección humana y/ angelical en vos. Siem-pre os he deseado, pero éso no significa que os desee en tener-te cerca o tan exagerada-mente cerca, porque siempre te he querido lejos, y estando lejos, estás mucho mejor, pienso yo, pero, siem-pre me con-formo con saber un tantito que estás feliz y alegre de la vida y de vuestras vida. Te tengo que con-fesar que me daría una pizca de en-vidia y una gota de celos, pero des-a-parecerían in-mediata-mente, porque es lo que quise para vos, y nunca hubiera querido que tuvieras que llevar ningunas de las cargas tan pesadas que me ha tocado llevar, porque ni a-guantarías, ni re-sistirías y caerías, y nunca per-mitiría que vos cayeras. Yo os amo, y siem-pre lo haré, aun-que tenga que hacer un sacrificio que esté dis-puesto, y capaz de hacer-lo, lo haré, por vos.

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Nunca se lo digo a nadie, pero tengo gran potencia y pre-ponderancia espiritual y creencias para-normales, pero, jamás hablo de todo ello, porque jamás son aceptadas dentro de la filosofía, in-telenctualidad y sabiduría.

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El caso, es que, estaba comiendo, y mi mamá, me pasa un vaso de agua plástico vació, en menos de lo que me doy cuenta, el vaso plástico de agua vació, se mueve en-tera-mente en frente de mi persona.

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Mi re-acción fue el mover la mesa con gran fuerza y mi madre se queda atónita, mi hermana in-daga desde el otro lado de la cocina para saber que sucedía.

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Todo ésto me hizo pensar en mi abuela, de que, des-pués de haber vivido una vida de orfandad y sufrimiento, siguió adelante, y vivió hasta el ultimo re-spiro, a pesar, de que, se reía con gran gracia la ultima vez que la lleva-vamos a la in-yección de catetos para la limpieza de su sangre, y que, a-guanto tanto dolor en la re-sistencia por su vida.

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Solo puedo pensar, que hoy, que estamos re-unidos, ella está en-tre nosotros, escuchando y a-tenta. Ella fue de lo más amable y servicial, de seguro, en su in-stinto, quería tomar el vaso y darme-lo lleno de agua.

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No lo sabría de un momento a otro. Todo ésto me ha hecho pensar, en la promesa de Jehová y de Jesús, el Nazareno, el Crucificado, de la re-surreción de la carne, la vida eterna, de todos los Reinos, y de todas las de-más promesas que hizo en el viejo testamento.

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Me pongo a pesar, de que, ella volviera a vivir, re-sucitando de en-tre los muertos, y volviera a reír, a bailar, a festejar y a gozar. Ver-la tan joven y saluda-ble, como no pude ver-la al principio de su vida, que no tengamos que esperar vivir todas nuestras vidas, morir, y esperar cien años para re-en-carnar y re-en-contrarnos una vez más, y em-pezar de cero, sin conocernos, ni tener la más mínima idea, de todas las experiencias y vivencias de vidas pasadas, y que, nos tachemos como almas gemelas o con los sentimientos, de que, como si ya nos hubiéramos conocidos. Si-no, que ella baje desde el Empíreo, con muchos más personajes históricos, en los que pueda conocer y hablar con Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, y Antonio José Ramos Sucre, y conocer-los con pro-fundidad y exactitud.
Que ella y yo estemos juntos, con todos los de-más y que ésta vez, sea por siempre.

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