Hipólito Américo de Miranda

De nada mi amor, a mi no me parece correcto, el que, andéis en todas aquellas oscuridades sin protección ni vigilancia, mucho menos sin la mía.

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Yo os amo, y vos sabéis muy bien que me hubiera negado en-fatica-mente el que vosotras hubieran querido haber venido por éstos lares y veras, que no tiene que ver con vuestros ambientes y el mucho menos que Uds. no per-tenecen aquí.

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Vosotras no deberías estar aquí, Uds. deberían estar en los lugares más cómodos y con-forta-bles de tierra. Éste fue el terri-ble des-tino que me toco vivir, no el Uds.

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Yo siempre os amaré, siempre lo he tenido pre-sente, in-cluso el tener siem-pre en cuenta, de que, vosotras irías tras otros hombres con los que tener un noviazgo, com-promiso, matri-monio, familia e hijos, pero no fue así.

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Con todo ello, yo ya sabía in-con-sciente-mente desde el fondo de mi corazón, que os amaría desde la eternidad hasta la in-finidad, pero el destino ha sido mucho más diferente y mejor de lo que algún día pude haber pensado.

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Muchos en el mundo han caído en el des-en-gaño y de-cepción, de que, éstos tiempos, a los que con-sideraba-mos el futuro que era de lo más ob-vio y e-vidente, ha traído a más de uno a bajar al sepulcro por medio de in-fartos y subida de tensiones asesinas y deterior-atibas.

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Mi amor, yo siempre he estado en la sombras, y siempre lo estaré, y ahora más que nunca lo voy a estar. Para el mundo, nunca he tenido imagen y cuerpo, ahora menos, yo no tengo que ser algo o alguien para la humanidad, es suficiente con que yo brille con mi cuerpo radiante y brillante, con mis seis alas y seis orbes de fuego, en-tre los seres de sombras y de oscuridad.

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Tal cual, como yo sé que vos has producido maldad y re-ncor en tu corazón por todos a-quellos que te han sido in-gratos y in-justos con vos. Da-me y en-trega-me todo vuestra rudeza y o-fensa, porque yo la a-brazaré, como vos lo has hecho así con-mi-go, y vos lo harías de igual manera con mi ser.

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Me siento muy alegre, de que, ella esté a-poyando a las a-dolescentes que están próximas a en-trar en la juventud con todo tipos de vestimentas y maquillajes. Se han criado en-tre los vicios, a-dicciones, in-toxicaciones y a-marguras de éste am-biente, y vosotras soís la luz de la esperanza y de la unión para ellas.

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Vosotras no se habéis equivocado en nada en ninguna de vuestras decisiones en la em-presa, me tienen re-servado ante a-quellos a-suntos. La felicidad y la dicha llega a mi corazón que vosotras habéis vendido a-quel edificio, y que, se le pague con gran suma de amor y gracia a cada trabajador.

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Vosotras habéis co-metido tantos y demasiados errores en sus vidas amorosas, familiares y personales, pero nunca os habéis equivocado en otras áreas en los que nunca en-trometieron los asuntos del corazón y del alma.

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