¿Has dejado de hacer alguna vez algo solo porque alguien te dijera que no se te daba bien?
Todo lo contrario.
De hecho, creo que, todo lo que he terminado llevando a cabo en mi vida, al menos, que yo recuerde, ha comenzado con un "no vas a poder", "no sirves para esto", o cualquier mueca de desaprobación o de condescendencia que suelen dedicarte las personas mediocres o acomodadas cuando les explicas cuál es tu ambición en un determinado momento.
Incluso, varias veces, he llegado a esforzarme por demostrar que soy bueno haciendo algo que ni siquiera me gusta o importa sólo para cerrarle la boca a quien decía que no se me daría bien nunca, para que te hagas una idea de lo que esas palabras siembran en mí.
Podría utilizar decenas de ejemplos para recrearlo, pero, el que primero se me ha ocurrido al leer la pregunta, resulta más que representativo.
Fue hace un par de años. Yo llevaba tiempo luchando por un objetivo que, por mucho que trataba de acercarme a él, parecía huir de mí cada vez que estaba cerca de tocarlo.
Estaba explicándole esta circunstancia a una persona cuando, esta, me dijo: "¿y si no lo consigues?".
Y me lo repitió varias veces, tras ver que yo siempre le respondía, con seguridad, que lo conseguiría.
Fue, precisamente, en ese instante, cuando supe, a ciencia cierta, que lo acabaría consiguiendo.
Y, efectivamente, así fue.
Quizá, alguien, que acabe leyendo esto, pueda llegar a la conclusión de que, aunque, desde algún punto de vista, resulte ventajosa esta facilidad que tengo para encontrar motivación, acabo dependiendo de la toxicidad ajena para ello.
Pero, no. Para eso, está mi cabecita.
Ya duda de mí por los demás, en caso de que lo necesite.
De hecho, creo que, todo lo que he terminado llevando a cabo en mi vida, al menos, que yo recuerde, ha comenzado con un "no vas a poder", "no sirves para esto", o cualquier mueca de desaprobación o de condescendencia que suelen dedicarte las personas mediocres o acomodadas cuando les explicas cuál es tu ambición en un determinado momento.
Incluso, varias veces, he llegado a esforzarme por demostrar que soy bueno haciendo algo que ni siquiera me gusta o importa sólo para cerrarle la boca a quien decía que no se me daría bien nunca, para que te hagas una idea de lo que esas palabras siembran en mí.
Podría utilizar decenas de ejemplos para recrearlo, pero, el que primero se me ha ocurrido al leer la pregunta, resulta más que representativo.
Fue hace un par de años. Yo llevaba tiempo luchando por un objetivo que, por mucho que trataba de acercarme a él, parecía huir de mí cada vez que estaba cerca de tocarlo.
Estaba explicándole esta circunstancia a una persona cuando, esta, me dijo: "¿y si no lo consigues?".
Y me lo repitió varias veces, tras ver que yo siempre le respondía, con seguridad, que lo conseguiría.
Fue, precisamente, en ese instante, cuando supe, a ciencia cierta, que lo acabaría consiguiendo.
Y, efectivamente, así fue.
Quizá, alguien, que acabe leyendo esto, pueda llegar a la conclusión de que, aunque, desde algún punto de vista, resulte ventajosa esta facilidad que tengo para encontrar motivación, acabo dependiendo de la toxicidad ajena para ello.
Pero, no. Para eso, está mi cabecita.
Ya duda de mí por los demás, en caso de que lo necesite.