can i ……… ... bdsm.. au.. . . ……. ..
yes but whta is dis? @ppepperoppa
-Levanta la cara.- Jongin obedece y siente los músculos de la espalda tensarse un poco más, tiene algunos minutos así. -No empuñes las manos.- Estira los dedos de las palmas encontradas tras su espalda, con las puntas hacia arrriba y no puede evitar la mueca de dolor al volver a adoptar la posición.
Después de "la gran depresión", Jongin gana peso rapidísimo e igual de rápido decide volver a una vida más activa, saliendo a correr y a hacer esas cosas de hombres de mediana edad, a sus veintitantos, parcialmente auspiciado por Junmyeon que cree que siempre es buen momento para tener hábitos de rico de cuarenta años. Está bien recortar la ingesta de azúcar y salir en bicicleta con la noche con otros cabros (entre ellos Sehun -a quien por cercanía ya no llama bebito- y "Sid" a.k.a Tao), pero ¿levantarse a las seis a correr? Not so much.
La buena noticia es que los licuados de verduras y los quinientos abdominales diarios han rendido frutos y nunca antes había sido Nini capaz de sostener una posición por tanto tiempo, pero voilá. Es como si su hyung le hubiera inyectado los músculos con acero.
-¡Por favor no lo rompas!- Escuchan ambos desde la cocina.
Con los celos superados y el cerebo bajo terápia y medicación, Kyungsoo es esencialmente la misma persona, excepto por los ataques de ansiedad y las conductas obsesivas. Ahora ya no se arroja los trastes con Junmyeon, incluso son capaces de salir a cenar los tres juntos sin que aparezca el menor atisbo de guerra. Bueno, a veces.
Con su nuevo esqueleto de adamantio, con la supervisión auditiva del responsable supremo, que está haciendo la cena, él y responsable en turno practican algunas cosas nuevas. Por ejemplo: Muy favorecedor de las correas y las sogas, Kyungsoo nunca intentó antes pedirle adoptar posiciones que requirieran de condición física y, sabiendo exactamente dónde está el límite, Junmyeon se dedica a ello.
-¡Silencio, chefsito! ¡Cara!
Levanta la cara una vez más y con una respiración bien profunda mira hacia el frente, hacia la camisa color melón. -Ese es un color muy feo.- Dice en un susurro, aguantando una risotada y Junmyeon frente a él se relame los labios y se ríe también.
-¿Ya dejó de doler?- Jongin niega suavemente, no sabe el nombre de la posición de sus manos pero la posición de caballo sí que la conoce y sus muslos están tan calientes y duros que podría llorar.- Si te dejo decidir cuándo soltar la posición, ¿no harás trampa, verdad?
-No haré trampa, señor.
-¿Qué pasará si la haces?
-No la haré.
-Ese es nuestro chico-, le dice en voz más suave y le da una bofetada, no demasiado fuerte pero tampoco suave, en la mejilla y se acerca casi enseguida a besar la otra. Jongin siente la satisfacción correr desde sus bien adormecidas rodillas hasta la barriga como una cascada de hormiguitas. Junmyeon deja la fusta recargada en el sillón, justo frente a él y le da la espalda para ir a la cocina.
-A este ritmo lo haré indestructible, no me agradezcas
-Levanta la cara.- Jongin obedece y siente los músculos de la espalda tensarse un poco más, tiene algunos minutos así. -No empuñes las manos.- Estira los dedos de las palmas encontradas tras su espalda, con las puntas hacia arrriba y no puede evitar la mueca de dolor al volver a adoptar la posición.
Después de "la gran depresión", Jongin gana peso rapidísimo e igual de rápido decide volver a una vida más activa, saliendo a correr y a hacer esas cosas de hombres de mediana edad, a sus veintitantos, parcialmente auspiciado por Junmyeon que cree que siempre es buen momento para tener hábitos de rico de cuarenta años. Está bien recortar la ingesta de azúcar y salir en bicicleta con la noche con otros cabros (entre ellos Sehun -a quien por cercanía ya no llama bebito- y "Sid" a.k.a Tao), pero ¿levantarse a las seis a correr? Not so much.
La buena noticia es que los licuados de verduras y los quinientos abdominales diarios han rendido frutos y nunca antes había sido Nini capaz de sostener una posición por tanto tiempo, pero voilá. Es como si su hyung le hubiera inyectado los músculos con acero.
-¡Por favor no lo rompas!- Escuchan ambos desde la cocina.
Con los celos superados y el cerebo bajo terápia y medicación, Kyungsoo es esencialmente la misma persona, excepto por los ataques de ansiedad y las conductas obsesivas. Ahora ya no se arroja los trastes con Junmyeon, incluso son capaces de salir a cenar los tres juntos sin que aparezca el menor atisbo de guerra. Bueno, a veces.
Con su nuevo esqueleto de adamantio, con la supervisión auditiva del responsable supremo, que está haciendo la cena, él y responsable en turno practican algunas cosas nuevas. Por ejemplo: Muy favorecedor de las correas y las sogas, Kyungsoo nunca intentó antes pedirle adoptar posiciones que requirieran de condición física y, sabiendo exactamente dónde está el límite, Junmyeon se dedica a ello.
-¡Silencio, chefsito! ¡Cara!
Levanta la cara una vez más y con una respiración bien profunda mira hacia el frente, hacia la camisa color melón. -Ese es un color muy feo.- Dice en un susurro, aguantando una risotada y Junmyeon frente a él se relame los labios y se ríe también.
-¿Ya dejó de doler?- Jongin niega suavemente, no sabe el nombre de la posición de sus manos pero la posición de caballo sí que la conoce y sus muslos están tan calientes y duros que podría llorar.- Si te dejo decidir cuándo soltar la posición, ¿no harás trampa, verdad?
-No haré trampa, señor.
-¿Qué pasará si la haces?
-No la haré.
-Ese es nuestro chico-, le dice en voz más suave y le da una bofetada, no demasiado fuerte pero tampoco suave, en la mejilla y se acerca casi enseguida a besar la otra. Jongin siente la satisfacción correr desde sus bien adormecidas rodillas hasta la barriga como una cascada de hormiguitas. Junmyeon deja la fusta recargada en el sillón, justo frente a él y le da la espalda para ir a la cocina.
-A este ritmo lo haré indestructible, no me agradezcas
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