Evan.

Me encuentro lidiando con lo mismo que encontré en tu pregunta anterior. Puede ser manejable, como al mismo tiempo no, así que, por lo tanto, ¿a que podría aferrarme? Y por esa misma razón, continuaré con el mismo protocolo, si no te molesta.

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Cobardía. La relaciono dentro de mi núcleo con la perdida de credibilidad al momento de contener aquel factor titubeante que creas y existe nada mas en el interior de tu mente, aferrarte a el fuertemente, por miedo al sacudón que podrías extraer de una cruda realidad. Lo cierto es que trato de enfrentarlo, ahora mas que nunca, después de haber vivido situaciones indeseables que me ayudaron a interiorizarlo con mayor perspectiva. Sin embargo, aquí un par de ejemplos:

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Me siento un cobarde cuando decido que aquellas razones que me mantienen normalmente, no son suficientes, y debo abandonarlas. Me siento un cobarde en cuanto me aflijo a la distancia creyendo que es la solución a mis respuestas, que puedo formar parte de un ciclo sin sentido y masoquista. Me siento un cobarde en cuanto desmido mi voluntad y la subestimo, por no saber lidiar con la presión. Y a pesar de todo, este no es el problema, el problema es creerlo, el problema es dejarlo en sus manos, cuando no hay nada mas valiente que saber como reconocerlo y hacer algo al respecto que compense las quebraduras. Inconscientemente lo hago pero creyendo que a veces merezco este peso, que así debo estar y permanecer por el tiempo suficiente.

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Es totalmente relativo a mi visión, porque siempre trato de surgir de algún modo, de siempre rememorar aquellas razones que han sostenido mis valores. Aquello que me hacer ser yo mismo.

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Una vez más, pones a prueba mi capacidad. Me tome mi tiempo para revaluar mi posición, mis “dimensiones” y mis “rincones”, pero de algún modo luego de vivir durante lo suficiente en medio de un intermedio constante, donde no haces demasiado ni poco pero aun así, destacas para ti mismo. Donde comprendes que trabajar lo suficiente mientras mantengas un perfil bajo también puede ser recompensado con incluso más responsabilidad a través de aquellos que evitan perder el mínimo detalle; todas estas cosas, siempre resultarán ser un desafío para nuestras vidas mientras sepamos extraer provecho.

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No me gustan los números muy limitantes, ni los que condensan algo que quizás solo quieras consentir porque lo necesitas para sobrellevarlo con mas tibiez. Mucho más, cuando mi aprendizaje no ha caducado, cuando todavía me falta integrar. Pero ahora bien, puedo darte una aproximación que creo respetable ante mi nivel. Pero no prometo nada. Somos impredecibles, Kate, y estoy seguro de que tu eres bastante consciente de eso.

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¿Madurez? Mucha, bastante, puntual, constante, pero nunca suficiente –a esto busco referirme cuando cito la palabra “caducar” en unos espacios más arriba–. Cuento con la capacidad de abrirme y reflejarme en cada una de las posiciones, extraer lo suficiente y no sacar concusiones a raíz de lo más próximo del plano, sino que yo doy el esfuerzo por escalar hasta dar con la parte de inicio, la más lejana, la que la mayoría del tiempo es ignorada, la que da las razones para surgir como se surge en la actualidad, la que le da un sitio a la base principal.

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¿Responsabilidad? Creo, ser responsable, porque siempre me las estoy rebuscando. Y aunque este no es objetivo como tal del sentido del término, lo que trato de referenciar tiene que ver con reconocimiento. Si no lo hay, en ningún sentido, me temo que no estas siendo muy sincero con tus propias promesas. Ocasionalmente, algunas cosas se nos salen de las manos, pero esto no quiere decir que sea el final. Tienes una oportunidad oculta que la encuentras en cuanto aprendes a aceptarte.

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El jugoso compuesto del trabajo de Dean Lewis me ha devuelto sentidos que había dado por perdidos después del sacudón y producto de algunas experiencias, y que supieron como reconducirme. No encuentro las palabras necesarias para explicarlo a pesar de vivirlo en carne y alma durante mis rutinas elementales y supletorias casi todo el tiempo, y sostener aquello que lo vuelve tan especial para mí verbalmente. Pero, puedo hablar de nuestro primer roce y el momento en el que cobró un sentido importantísimo para mí. Del por qué lo considero como tal, después de todo, y el por qué no puedo desprenderme tan fácilmente.

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En medio de un momento de debilidad, donde no había nada que definiese mis sentimientos en aquel entonces, mi “propio general”, encontré una fuente de escape repentina en el trabajo de Lewis. Y como bien lo sabía, la música en mi vida encabeza una variante incomparable que domina mis puntos más frescos y más desgastados entre límites insospechados. La diferencia con esta parte, es que había sido completamente repentino, para nada intencional, y sin saberlo, me había obsequiado la respuesta que tanto había estado buscando.

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No sabía quién era en ese momento, ni que sentimiento necesitaba para calificarme y tomar aquella esencia perdida que me reconduciría a aquello que me hacía sentir vivo. Puedo asociarlo de igual modo con mi relación, porque este impulso, este ahogo, estuvo en medio de ambos. Nos distancio, por razones grupales tanto como individuales, y nos dio una nueva y temblorosa oportunidad de conocernos.

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“There is a swelling storm
and I'm caught up in the middle of it all,
and it takes control of the person that I thought I was,
the boy I used to know.
But there is a light in the dark and I feel its warmth,
in my hands, in my heart… But why can't I hold on?”.

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Puedo recomendarte la canción anteriormente citada, y la protagonista de esta opinión: "Waves", y seguidamente "Lose My Mind" y "Chemicals". ¡Disfruta!

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Si me hubieses preguntado esta misma pregunta hace dos o tres años atrás aproximadamente, hubiese respondido con conflicto y sin estar totalmente seguro de mis pensamientos.

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Los sentimientos alteran el juicio, en ocasiones, ¿Pero por qué razón?

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Desde un principio romantizamos situaciones y solemos desbancar nuestras prioridades, y quizás olvidamos un poco lo que merecemos. Actualmente, he aprendido a cómo medir mi voluntad. Puedo intentarlo, por supuesto, varias veces, pero cuando es más que evidente su invalidez, necesito sentar cabeza y definir mis prioridades una vez más. “¿Esto es realmente lo que necesito?”

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No todo puede ser salvable bajo nuestro tacto. Quizá si por otra persona distinta, pero cuando nos empeñamos en forzar, resulta incluso muchísimo más conflictivo y por lo pronto solo estarías cegado.

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No podemos confundir fe con algo que solo esta dentro de nuestras mentes, y mucho menos debemos permitir que eso permanezca en el mismo lugar por siempre. No podemos convencernos de que podemos aguantar innecesariamente y menos cuando ya tenemos la respuesta. No podemos devaluar nuestros VALORES y PRINCIPIOS por una oportunidad que no es la única, pero sobre todo debemos entender que las situaciones son completamente temporales. Y que ninguna se compara con la anterior o siguiente.

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Poseo más que seguridad, en cuanto me aparto. Si lo he dicho es porque lo siento y así debe de ser.

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Veamos, en mi anterior relación, lo fui. Un desliz del que no me siento orgulloso pero que sin embargo me hizo entender muchas cosas, entre ellas aprender a que no podía continuar depositando voluntad en ciertos espacios sin anteriormente haberla depositado en mi propio espacio.

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Y si me permites añadir, con mi esposa tuve pausas, tiempo para identificarnos y personalmente cada uno hacerlo, también, antes de tomar la decisión final. Viví muchas situaciones, experimenté muchos sentimientos y especialmente cuando di todo por perdido -entre las opciones, incluyendo brazos distintos- que me redirigieron sin importar a la idea de que ella era todo lo que necesitaba. Que no tenia por qué seguir debutando. No lo llamaría traicionar mis emociones ni sus emociones, pero si una clara certeza que en medio del desastre, a veces, te hallas y te reconduces ante lo que siempre tuvo que ser tuyo.

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Y ACLARO: Por supuesto, es solo una experiencia de ejemplo. No estoy diciendo que para redescubrirte necesitas llegar a este tipo de niveles. Creo que, por más que se intente evitar, esta es una de las formas más vagas que solo a veces te ayuda a redescubrirte justo en este momento en el que aceptas que esto no es para ti y que hay formas más valientes de aceptarte. Cuando te detienes y decides ir tras lo que mereces. Las infidelidades irrespetan no solo a tu pareja, sino a ti mismo y a tus valores. ¿Cómo esperas que te respeten, sino te respetas a ti mismo?

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Y esto fue lo que aprendí. Las cosas son temporales mientras lo permitas, y nada de estas decisiones te dará una respuesta. No lo he vuelto a hacer desde entonces, y dudo muchísimo que lo vuelva a hacer alguna vez, después de toda esta incondicionalidad que recibo de la mujer de mis sueños.

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He aprendido, con el paso del tiempo, con las sacudidas personales, con los revuelos emocionales, que lo temporal perdura en nuestras vidas cuanto lo permitamos.

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Para conceder a algo y que eso conceda a ti, debes ser constante, debes saber la forma correcta de priorizar. Y eso no significa que tenga que ver con una insistencia directa en la que te veas persiguiendo ese significado con titubeo por pensar que en cualquier momento podrías perderlo: debemos entender que, ocasionalmente casi siempre, los seres humanos nos rebuscamos en la soledad, creyendo que quizás es nuestra respuesta, que la única persona capaz de comprender lo que existe en nuestros interiores solo puede tratar de uno mismo. Que para lograrlo, no hay que ser inquieto, no hay que ser exigente, no hay que antojarnos de acciones contrarias que van fuera de nosotros sin haber dado todavía las suficientes razones para que se haga realidad, pensando que es justo y necesario y ante todo lo que merecemos, cuando en realidad estamos siendo nublados con una nube fantasiosa que solo vive en nuestras cabezas. ¿Se te ha olvidado lo que merece también esa persona?

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No podemos esperar de alguien que intenta darse a si mismo lo que necesita para sentirse bien, para recuperarse. No podemos apresarnos a una idea de “si tu no das, no doy”, a menos que sea necesario. Fuera de eso, cuando realmente eres consciente de que el cariño es real, ¿no es glorioso saber que eres el efecto de un progreso en esa persona que tanto le costó construir en sí mismo? Y no, no es para nada dependiente. Es reconocimiento, bondad, inteligencia y amor, seguido de agradecimiento. Me quedo con las sonrisas, antes que aquellas razones forjadas a costa del sentimiento de sentirse obligados a crearlas gracias a que esa persona en el pasado hizo algo por ti, porque el amor no es un sacrificio. El amor de verdad, se expone sin avisos previos.

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Realmente me esfuerzo, por mantener lo que amo. Desde modos recreacionales hasta todas esas sonrisas que imparto desde un vínculo. Llevo compartiendo durante años con las mismas personas, con las mismas sensaciones, como del mismo modo también he ido poco a poco agregando unas nuevas que rejuvenecen el alma. No puedo precisar con seguridad mi futuro, pero basándome con lo que cuento hasta ahora, siento que puedo lograrlo, que puedo cumplirlo, como lo he hecho en los años anteriores.

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¡Detonantes por todos lados! Porque si te pones a pensar, la distancia la crea el orgullo, el dolor, y a pesar de creer haberlo soltado todo con el objetivo, siempre hay algo que evades reconocer por miedo a devaluar tus principios, cuando eso en realidad no tiene importancia mientras sientas de verdad y seas consciente de lo que realmente te mereces. Creo que se debe entender que las cosas no caerán del cielo, y que una retención emocional por supuesto no nos dará las respuestas. Que sobre todas las cosas, necesitamos saber que lo que sentimos sera exhibido cuanto queramos, pero las interpretaciones externas no serán las debidas mientras mantengamos nuestros deseos a la deriva, deambulantes y sin una buena sincronización. No podemos culpar al mundo por lo que suceda, quejarnos de lo temporales que son las cosas cuando esperamos que el resto haga la mayor parte para que permanezca, para que te tome por completo. Hace tiempo que yo me aleje de esa idea de esperar por las cosas, de esperanzarme por una ilusión que solo forma parte de mi cabeza. Que las cosas cobran resultado en cuanto sabes manejar la situación e insistes adecuadamente. No podemos ser exigentes, no podemos olvidar que siempre hay dos partes, y que no solamente la nuestra concede voto o mérito.

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Me causa un poco de angustia y pereza al mismo tiempo, porque toda persona hostil jamas querrá reconocer que debe pulir ciertas manías, por lo que no considero imposible sino mas bien una perdida de tiempo, el hecho de depositar tiempo en la intención de ayudar a cambiar sus mentes. Pero aún así inconscientemente lo hago, como hay otras veces que me conservo el mal gusto y tiro la toalla. Me llevaste a recordar a una persona con la que involuntariamente debo compartir mis mañanas, y es terriblemente inaguantable por su hostilidad.

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Hay momentos de momentos. La mente se nubla, y no sabes que pensar o como actuar. Hay momentos de momentos donde accidentalmente olvido de donde provengo, porque estoy aquí, y para que estoy hecho. Momentos que puedo asegurar que todos tenemos. No me reconozco, y la punzada mental después de volver a encontrarme es inmensa. Me siento apenado, y culpable, pero nunca evado la oportunidad de algún modo enmendarlo

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