ᴛᴏᴍᴍɪᴇ ♪

Todo esto estaba fluyendo bastante bien entre ellos dos, lo suficiente como para que se sintiese a gusto con su mayor. Aunque solía tomar confianza rápido debido a su facilidad al llevarse bien con la gente, debió admitir que temía que ambos de sus mundos chocasen estrepitosamente en esta ocasión. De forma afortunada, eso no ocurrió y las circunstancias parecían estarlos llevando por el buen camino, de esa forma esto no sería tan pesado para los dos; pues la comunicación era la clave.
— Entonces me alegra que hayas decidido tomar este paso y avanzar más en tu carrera. — Dijo con toda sinceridad ya que entendía que salir de una zona de confort podría ser aterrador para algunas personas, el escritor tal vez no sería la excepción. Sus hombros se relajaban poco a poco en el momento que pausaron, prestando atención a la nueva pregunta que se le presentó. Estaba muy acostumbrado a que la gente lo llenara y ahogara con piropos con respecto a su carrera musical, aunque esto lo tomó por sorpresa.
— Tengo 18 — Respondió casi instantáneo, recapitulando cuanto tiempo llevaba tocando instrumentos musicales. — Desde pequeño amaba mucho la música, mi madre me lo inculcó. — Dejó salir una ligera risa de sus labios sin prestarle mucha atención a las memorias que corrían como ráfagas en su mente.
— Hombre, yo igual. No he tenido la oportunidad de leer algunos de tus trabajos, pero por cómo te estaba hostigando el director de seguro eres fantástico. — Le hizo un comentario sincero, dándole un codazo muy suave y amigable al escritor. No era mucho de leer libros pero lo hacía a veces cuando algo le llamaba la atención. De hecho, ahora que lo conoció se moría por leer algo suyo.
— ¿Desde cuando escribes? Asumo que desde pequeño también. Estas “cosas” son como segundos idiomas cuando las aprendes a temprana edad. —

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Después de haberse presentado adecuadamente con el escritor su atención se enfocó en el director de la obra, el cual solo volvió a explicar la dinámica. Lo típico, en si. No podía contener su emoción y lo sabía esconder bien, ya que en su cara no manifestaba aquel sentimiento. Tan solo se limitaba a sonreír, sus ojos entrecerrados.
En cuanto dijo que los instrumentos estaban a su disposición, volteó a verlos; no creía que fuera a utilizar el material del teatro tanto pues prefería los suyos.

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Al momento en el que el director se marchó para dejarlos trabajar, le dirigió la mirada a Hiromi, dispuesto a tomar la palabra. Sin embargo se vio interrumpido por la incógnita que le había dado.

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—He compuesto canciones. No tanto “ambientales” como las que este proyecto requiere, pero siempre es bueno intentar cosas nuevas, ¿no? De cualquier manera, creo que saldrá muy bien.— Ladeó su cabeza hacia él. —¿Que hay de ti? ¿Este campo es habitual para ti o sueles escribir otro tipo de cosas?—

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“Deberías dejar de tomar trabajos así. O de ningún tipo en si. Te dejé dedicarte a eso de la música como un pasatiempo, pero se te está saliendo de las manos. No es como si necesitases dinero. ¿Que debería estar orgulloso, dices? No. No me importa si eres un prodigio, mucho menos si heredaste el ‘talento’ de tu madre, Thomas. Te harás cargo del negocio familiar y es mi ultima palabra.”

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No era extraño que las cosas terminasen así entre Tom y su padre. Estaba tan acostumbrado a tener peleas con él, que llegó un punto donde ya no le dolía tanto como antes. O eso quería creer. Solo quería conseguir el suficiente dinero y largarse de ahí, por eso tomaba cualquier trabajo que se le ponía en frente y, como era de esperarse, finalmente encontró otro en el que sería bastante bueno. Además, se veía muy interesante.
Nada podría satisfacer a su progenitor, ni siquiera la merecida fama que se había ganado.
Inició su día ya sintiéndose cansado; algo que era muy extraño en él. Siempre suele ser como la luz en un cuarto oscuro incluso al iniciar el día, pero aquel amanecer fue una excepción. Sin embargo, no dejó que esto determinara su humor durante el transcurso de la mañana. Antes de vestirse decidió darse una breve ducha fría para despertarse bien y despejarse, tarareando la melodía de las canciones que alguna vez había escrito con su banda. Cuando salió, decidió no poner mucho empeño en su vestimenta y tomó lo primero que vio; una camisa blanca y pantalones de vestir con zapatos del mismo color, manteniendo el peinado que solía llevar siempre.

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Tomó sus cosas y bajó las escaleras de forma apresurada. Su padre no estaba ahí por fortuna, así evitaría otra discusión. Quien como siempre si se encontraba dentro de aquel hogar era la humilde pero amable sirvienta, que parecía ser la única con la que Tommie se llevaba bien bajo este techo. Ya era algo así como una figura materna, estuvo ahí apoyándolo desde que su madre, Alaia, murió. Le ofreció prepararle el desayuno, pero el joven amablemente declinó, pues tenía prisa. Subió a su motocicleta y se dirigió al punto de encuentro, en este caso el teatro. Debía admitir que estaba emocionado.
No tardó demasiado en llegar y mucho menos en encontrar un lugar de estacionamiento, bajando de su transporte y entrando a aquel lugar con el que ya se sentía medianamente familiarizado. Ya estaba el director y el escritor ahí, y por un momento pensó si se había confiado tanto en la distancia entre el teatro y su casa que llegó un poco tarde. Sin embargo, el hombre que parecía ser el escritor lo recibió con una agradable sonrisa. No pudo evitar sonreír de vuelta.

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—Buenos días. Espero no haberlos dejado esperando por mucho tiempo.—

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Se disculpaba con ambos a la vez que se acercaba, estrechando la mano con ambos, pero se detuvo un momento cuando saludó a su Hiromi.

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—Tu debes ser el escritor, ¿cierto? Soy Thomas O’Neil, es un placer trabajar contigo.—

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Dijo, mirándolo a los ojos y manteniendo una sonrisa encantadora.

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Asintió sin perder contacto visual con la pelirosada, ya anticipando su respuesta. Por alguna razón ya se lo esperaba, la chica parecía un tanto... “delicada” por así decirlo. No de mala manera, en todo caso.

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—Si te soy honesto, es algo que se puede notar, haha. Aunque, ¡no te culpo! Sin embargo creo que es algo que se debe experimentar. Te sonará ridículo, pero hasta cierto punto es... algo mágico. Sentir la euforia del público en tu piel, los aplausos... puede volverse adictivo.—

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Hizo una pausa, volviendo en si.

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—Veo que eres una chica un tanto tímida. ¿Quien sabe? Tal vez y tocar en público te impulse a perseguir tu sueño aún más. Es un gran impulso.—

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Thomas se rió de si mismo, pensando qué tal vez cansaría rápido a Mei de tanto hablar. Siempre fue un chico extrovertido y alegre, no podía evitar el charlar con la gente, en especial cuando tenían algo en común.

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—También me gustaría saber cuanto tiempo llevas tocando y si te molestaría si las clases no siempre fueran en este lugar. Hay veces en las que estoy demasiado ocupado como para moverme, así que te podría atender mejor en mi casa. Tengo un pequeño estudio musical y todo.—

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Hablaba mientras buscaba papel y pluma en su portafolio.

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