Hace años escribía mucho, demasiado. Me pasaba horas, incluso días, sin dejar de escribir. Olvidaba comer y apenas dormía por seguir escribiendo, como si lo necesitase. Era una forma de lidiar con mi trastorno, el cual no entendía, de olvidar mis problemas e ignorar mis pensamientos.
Escribí novelas, historias cortas e incluso un diario en forma de metáforas, vomitando lo que sentía y se me pasaba por la cabeza de forma que se necesitase analizar y conocerme para entenderlo.

---

De pronto, dejé de hacerlo.

---

Tenía y tengo la mala costumbre de usarlo como alivio, necesito estar tan mal como para querer suicidarme para ser capaz de escribir y estar conforme.
Sin embargo, tiendo a compararme con otras personas en todos los ámbitos, por lo que siento que no merece la pena. Me veo sin talento para hacer nada de lo que me gusta porque no soy tan buena como otros. Y podría seguir haciéndolo para mejorar, pero entro en un bucle de insatisfacción, de una inferioridad que me ahoga, y necesito destruir todo lo creado y llorar. No tengo constancia para mejorar porque quiero lograr las cosas en ese momento. Tampoco sé lidiar bien con la frustración y tiendo a abandonar todo lo que me gusta y me propongo para tratar de olvidar que no soy buena en ello.