#tabaco

Mucho. Pero... murió.
Para quien me tenga endiosado, he aquí una muestra de que no soy tan perfectillo o tan buena persona.
Yo por la semana vivía en la ciudad y a partir del viernes tarde estaba en la aldea, encima de una bici. Los fines de semana siempre estábamos encima de ella. Lo de desplazarse era lo de menos, hacíamos de todo ahí: carreras, jugábamos al pilla, dábamos vueltas a la manzana de casas del pueblo una y otra vez... Cuando llegamos a la adolescencia y más allá, nos íbamos por ahí adelante, explorábamos, conocíamos a nueva gente. Éramos felices, vamos.
Y lo que me la ha quitado es una gilipollez por mi parte. Una absoluta actitud de imbécil, pero que para mí cambia todo.
Yo soy un tío que odia el tabaco y las drogas, que no tiene buena relación con el alcohol, que suele ir a ciento veinte por autovía. Sin embargo, yo era ese animal que se metía por caminos de tierra desconocidos a toda velocidad con la bici sin protección alguna. Siempre tuve suerte; seguramente, el destino de quien no se protege una y otra pudiendo hacerlo acabaría alcanzándome con justicia de haber seguido. Y lo cierto es que, en determinado momento tras tiempo sin montarla, supe que, si quería hacerlo, tendría que ponerme el casco, como todos ahora. Porque podían multarme. Quitarme puntos del carnet de coche.
Ahí murió.
En el momento en que se me creó la conciencia de que no podía montar mi bici y salir notando el pelo flotando sobre mi cabeza con las pedaladas, me perdió todo. Porque dejé de sentirme libre en ella. Pasé a sentir que tenía que protegerme, que era vulnerable, en ese lugar en el que antes me sentí más desatado y adrenalítico que en ningún otro. Y no quise que se me olvidase.
Desde entonces, monto una media de una vez al año. Salgo con mi sobrina, que sí lleva el casco sin presidio alguno, con toda la coherencia de quien sobrevivió a las muertes de tantos por no usarlo, y voy hasta allí donde acaba el pueblo. Noto el pelo agitarse. Y recuerdo lo felices que éramos.

View more

Nunca he salido de fiesta como tal, pero sí que quedaba con los colegas teniendo yo de 16 a 17 años para beber en alguno de los jardines comunitarios de su casa mientras nos echábamos los unos a los otros las cartas del Tarot, jugábamos a verdad o atrevimiento, contábamos historias de miedo o nos poníamos a bailar con la música alta y fumábamos tabaco o cachimba.

---

He de decir que a pesar de ello, si nos llamaban la atención nos íbamos sin decir nada, jamás buscamos bronca con nadie ni estando ebrios y jamás lo hicimos más allá de las doce de la noche. No queríamos generar molestia a nadie.

---

Bebíamos cerveza, vodka, algún cubata, calimocho...

---

Después comencé a quedar con mi mejor amiga que no bebía ni fumaba, que era de cuidarse muchísimo y cambié todo eso por hacer deporte 24/7 con ella.
Fuimos a las clases gratuitas de autodefensa que impartía el ayuntamiento y la verdad es que lo disfruté muchísimo.
Además fue quien me enseñó a montar en bicicleta (sí a los 18 años 😂).

---

Después el bae y yo tuvimos nuestra racha de bebernos una litrona de cerveza cada uno, una sangría entre los dos, fumar cachimba (donde a veces sustituimos el agua por alcohol) y más cuando caí yo en depresión.
Pero esa es otra historia que no me apatece contar ahora.

---

Ahora prefiero los planes tranquilos, a penas bebo alcohol, pero sí fumo tabaco.

View more

Siempre pensé que el consumo responsable está al alcance de unos pocos, por lo que en la mayoría de casos es mejor simplemente permanecer alejado de posibles adicciones y efectos adversos. De lo contrario no hubiese fumado marihuana y hachís hasta que me sentase mal dar una sola calada, cuando normalmente un consumo mesurado crea el efecto contrario.

---

Y esto suele pasar también con la bebida o el juego: para cuando te das cuenta estás hasta el cuello. En estos casos sí me es sencillo controlarme, porque en primer lugar me pongo pedo muy rápido, y en segundo, a lo único que me gusta jugar es al póquer y de manera semiprofesional. Así que eso sería un consumo responsable. O no beber en situaciones que sabes que te van a perjudicar bajo los efectos del alcohol. Y en el caso del juego, hay que saber siempre cuándo parar, porque haces una serie de cálculos matemáticos de remontada que realmente no existen cuando te enfrentas al puro azar.

---

El consumo pornográfico y de las mismas redes sociales son también otros problemas que no hay que pasar por alto. La deformación de la realidad no es moco de pavo.

---

Considero que soy responsable con lo que consumo, y que cuando no lo hago corto de raíz. Por eso me quité del tabaco para siempre. Me di cuenta de que era incontrolable cuando me entró una infección de garganta y con terribles dolores sentía aún ganas de fumar, siendo cada calada una puñalada. Me dio mucho asco y aproveché para sacar una lección de eso. Y cuando me entró covid hice lo mismo con mi alimentación.

View more

Aullidos. Habían tantas cosas sobre las que pensar que la última preocupación de la tripulación en semejante clima hostil había sido los animales salvajes.

---

- El marimo se las sabrá arreglar solo, ¿no?... - Soltó el rubio desde la habitación central, a la vez que se dejaba caer en un hundido sofá frente a la estufa, con ambas manos extendidas hacia el fuego.

---

- ¿No?...- Reiteró al no recibir respuesta. Por alguna razón, el calor de la leña no estaba funcionando, lo que desconcertó por completo al cocinero. El fuego bailaba al compás de una ventisca helada que se colaba por algún sitio.

---

Sanji se puso de pie y enseguida lo confirmó; la puerta principal estaba abierta de par en par.

---

- "¡Sanji-kun! Rebecca acaba de irse, ¡ella sola!, va tras Zoro y los lobos y..." - Se alarmó la navegante. Y efectivamente el abrigo de Rebecca faltaba en el perchero.

---

- ¡M-Maldición! - Masculló enseguida el cocinero atravesando el pasillo con urgencia, listo para ir tras de Rebecca otra vez. ¿¡Cómo diablos iba a lanzarse sola a la nieve cuando la marina la estaba buscando?! Pero de golpe, unas manos enormes lo frenaron de frente con rudeza sosteniéndolo por los hombros. Nami pestañeó sorprendida:

---

- ¡Tranquilo, hombre! Acaba de salir Luffy... - Lo tranquilizó el carpintero. - Sino, a este paso los iremos perdiendo de a uno... - Sanji se destensó enseguida, Franky tenía razón. - Si no te abrigas cojeras el resfriado de tu vida... - Agregó, y así, el rubio pareció recordar la sensación térmica bajo cero que le recorría el cuerpo entero, lanzando un estornudo en el pliegue de su codo. - ¿Ves? Y pensabas salir así... - Señaló sin más interés el cyborg, y es que en el apuro Sanji había olvidado hasta de descolgar su americana del mismo gancho donde colgaba una de amplia colección de abrigos que de tan variada que era resultaba hasta ridícula a la vista. Se detuvo unos instantes en el perchero, pensando en lo diferentes que eran sus camaradas y en el espacio vacío para el abrigo de Rebecca.

---

Nami se había apresurado a cerrar la puerta, y en ese ínterin, entre sus botas de gamuza y la nieve que se había colado rodó un objeto sobre el piso. - "¿Qué es esto?" - Franky se levantó los lentes.

---

- ¿Una... jeringa? Hombre, creía que con el tabaco y el vino se acababan tus vicios... - Soltó el cyborg al cocinero, pero recibió enseguida una mirada fulminante por parte de la pelirroja. No estaba de humor para ninguna broma. Recogió el objeto y lo estudió unos segundos, pero Sanji lo tomó rápidamente de sus manos:

---

- "¿Acaso, tú sabes lo que es… Sanji-kun?" -

---

El rubio tragó saliva, y Franky alzó una ceja. Estaba en una encrucijada. Sanji mentiría si dijera que no sabe de que se trata. También lo haría si negara que odiaría con toda su existencia ocultarle algo a la navegante, pero...

---

- S-Supongo que podremos preguntarle cuando regrese... - Fue todo lo que dijo, evasivo.

---

(Sigue ->)

View more

El rubio esbozó una cálida sonrisa, antes de levantar la mirada hacia Nami: Qué mujer tan perspicaz, pensó, y soltó una bocanada de humo que al contacto con el aire iba tomando la forma de un corazón. Lo cierto era que sí había perdido la cuenta de sus cigarrillos, porque sacudiendo ahora la caja, ya no salía ninguno.

---

- Alguien debía hacer la guardia... - Respondió por fin, manteniendo la misma sonrisa a pesar de lo decepcionante que era quedarse sin tabaco justo ahora. No era del todo mentira, a la tripulación se les había pasado por alto quién se quedaría cuidando el barco esa noche, lo cual había sido muy descuidado por parte de una banda de piratas mundialmente buscada.

---

- Además, "el tipo que te cuida" lo seguirá haciendo siempre aunque estuviera atado de manos y piernas...- Bromeó galante, poniéndose de pie.

---

- ¿Qué haces todavía despierta, Nami-san?

View more

Cuando trabajaba en mi antiguo trabajo (escuela infantil) muchas veces a la hora de salir al patio con los niños, siempre coincidía con una mujer que vivía en el portal de al lado de mi trabajo. Siempre se paraba a saludar a los niños y ya si eso me saludaba a mí (😅) pero la mujer no estaba muy allá de la cabeza y cada día me inventaba algo nuevo. Se pensaba que andaba rodeada de tabaco y algún porrillo y siempre me los pedía, le decía que aparte de no fumar, estaba en mi lugar de trabajo y no podía. Otras veces me confundía con alguien de la tele y se ponía a gritar en toda la calle que cuánto me pagaban por salir el tv, que cuántos famosos conocía. Otras veces me confundía con la enferemera del centro de salud que le atendía de vez en cuando. Todos los días igual, al principio me resultaba gracioso pero es que todos los días lo mismo ya me resultaba pesado más que nada porque los niños no entendían nada y se ponían hasta nerviosos.

View more

Antes lo hacía de vez en cuando, sobre todo a la gente del barrio y alrededores a los que veia con frecuencia y sentía esa empatía por colaborar aunque fuese para que ese día pudiese comerse aunque sea un bocadillo. Hasta que vi la tomadura de pelo que había, todo el dinero que se ganaban era para ir a gastarlo en tabaco y muchas botellas de alcohol, se juntaban en un parque cercano a mi casa y ahí se reunían todos. Luego por esa gente pagan justos por pecadores, de vergüenza.
Y surrealista.. una vez un hombre pedía para llevarse a su familia de viaje a las Maldivas, que era su gran sueño, se vestía como un mendigo, quería dar esa imagen, hasta que alguien lo reconoció y dijo que ese hombre tenía trabajo y no le faltaba dinero hasta el punto de tener que pedir. Simplemente pedía a ver si colaba para irse de viaje.

View more