Mauricio-José Schwarz

No me considero "profesional" realmente. Pero el artículo no me parece muy revelador. Me habría gustado tener enlaces a los estudios. Efectivamente, la fotografía se ha convertido en un medio social que creo que cumple la misma función que en su momento cumplió la alfabetización... Seguramente algún investigador neofóbico podría haber hecho en el siglo XIX un estudio que demostrara que aprender a leer y escribir disminuía la memoria porque ahora uno podía olvidarse de las cosas porque las apuntaba y las podía leer en libros. ¿Eso es una desgracia provocada por la tecnología? No creo. Creo que es el típico esnobismo de "la modernidad nos está enajenando" que ya fracasaba en tiempos de Rousseau.

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Creo, sí, que la fotografía como medio personal de comunicación no amenaza ni sustituye a la fotografía como medio artístico, del mismo modo que tus anotaciones personales no sustituyen a la poesía o la ficción, ¿no?

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La verdad, no. Dirigir implica prácticamente no escribir. Se resume en tareas de relaciones públicas, relaciones laborales, administración y reuniones de redacción que pocas veces son demasiado emocionantes.

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Lo más cercano que hice fue medio coordinar "Muy interesante", el programa de radio que hice con Mario Méndez y Mónica Lavín, pero no lo llamaría "dirigir". Llegaba media hora antes para leer cables relacionados con la ciencia, elegir algunos y repartirlos entre los tres copresentadores, y tomar decisiones sobre invitados con cierta frecuencia.

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Un director de un medio debe ser, ante todo, un periodista de integridad a prueba de bombas, con un compromiso absoluto con sus lectores y que sea capaz de soportar las inevitables presiones de todo tipo a las que se ve sometido _todos los días_ (de políticos, de empresas, de embajadas, de iglesias, de sindicatos, de ONG, de clubes deportivos... todo lo que te imagines) pero sin enfrentarse a ellos sino manejándolos con diplomacia y firme suavidad (allí yo sería un desastre, no tengo el temperamento para ser demasiado diplomático), y al mismo tiempo saberle exigir la más alta calidad, compromiso ético y esfuerzo a su cuerpo de reporteros, corresponsales y redactores... también con diplomacia y más como maestro que como patrón.

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Pocos puestos imagino más difíciles que ése si se lleva a cabo como debe ser, claro. Porque dirigir un medio partidista, un portavoz del gobierno o un subastador de titulares al mejor postor lo hace cualquier abrazafarolas sin despeinarse. Vamos, que como director de Granma en Cuba, de Rossiyskaya Gazeta en Rusia, de Milenio en México, de El Diario o de La Razón en España, tu trabajo es muy fácil y se hace igual todos los días: halagas a quien debes halagar, atacas a quien debes atacar, te apoyas en cómplices para complacer a un público selecto que no quiere información sino confirmar sus prejuicios... y tienes la vida hecha.

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Un Ben Bradlee, director del Washington Post durante el escándalo de Watergate y que le dio el "adelante" a Woodward y Bernstein para tirar a un presidente... un James Gordon Bennett, director del New York Herald que le ordena a Stanley: "Encuentre a Livingstone" (sería una de las más complejas órdenes de trabajo recibidas por un reportero en la historia)... o incluso un Julio Scherer que dirigía Excélsior en México durante el golpe de estado en Chile, jugando el delicado juego de difundir la información de Manuel Mejido desde Santiago sin dar pistas que señalaran que éste, refugiado en la embajada mexicana, era el único periodista que estaba consiguiendo informar al mundo del horror que vivió Chile (le podía haber costado la vida), son ejemplos de lo mejor del periodismo, directores ejemplares y así de infrecuentes...

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