Mauricio-José Schwarz

Me parece lamentable y espero que sea procesado y, de ser culpable, espero que devuelva el dinero, que es de los mineros asturianos. Ayer precisamente comía yo con un minero jubilado amigo de Villa desde la niñez, desolado porque siempre lo consideró honrado y se sentía terriblemente traicionado. Su voz es la importante, la de los trabajadores traicionados por un líder que se dejó tentar, no sabemos cómo aún, para meter la mano en el dinero de todos.

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No, no me parece que estos casos desacrediten a los sindicatos como no me parece que el descubrimiento de las atrocidades de Rato desacrediten a los asturianos. ¿Sabes cuántos sindicalistas hay en España? ¿Sabes cuántos líderes sindicales honestos, serios y comprometidos con sus compañeros? ¿Y por veinte o treinta sabandijas vas a desacreditar a los sindicatos? Me parece un juicio atrevidísimo y sesgadísimo. Tanto en el caso de Fernández Villa y el SOMA como en el de los ERES, si la justicia los encuentra culpables, deben ir a la cárcel todos. Todos. Pero el sindicalismo es otra cosa.

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Ayer también lo hablábamos: los mamarrachos que todo lo quieren destruir porque quieren controlarlo todo tienen entre sus metas la destrucción de los sindicatos. Obviamente que la representación sindical actualmente tiene muchos problemas, pero esos problemas deberían resolverlos los trabajadores, rescatando los sindicatos, echando a los abusivos (que saben quiénes son) y reorganizándose para la defensa de sus derechos. Pero tienes a grupos como Podemos que directamente desalientan la afiliación de nuevos trabajadores, de jóvenes, a los sindicatos.

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Y los trabajadores, si no se organizan sindicalmente, están perdidos. Un trabajador sentado frente al negociador o gerente de recursos humanos de una gran empresa es débil y lleva _todas_ las de perder. La organización sindical y social sirve para equilibrar esa situación inequitativa y cuando alguien se sienta frente al patrón con la representación de los que hacen el trabajo, la situación cambia radicalmente. Así se obtuvieron las 8 horas, el séptimo día, las escuelas de hijos de obreros, vivienda, seguridad laboral pagada por la empresa, vacaciones dignas, servicios médicos, contratos colectivos... todo, absolutamente todo lo que diferencia al obrero español de hoy (y hablo de la mina, donde vas todos los días sin saber si vas a volver cuando acabe tu turno, donde la gente muere) del obrero de principios del siglo XX es la lucha sindical. No saberlo o negarlo por conveniencia política es una bajeza y una traición a los trabajadores.

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Compleja. Creo que es un tipo honesto y limpio. Pero también es un sectario cuyas obsesiones políticas han marcado su accionar. Su imagen pública, que le dio la mayor cantidad de votos de su historia a IU, también marcó la imposibilidad de realmente hacer una izquierda "unida". Y su odio cerril al PSOE fue la base de su política, cosa que realmente suena bastante extraña si la ves desde fuera. Inventó el PPSOE sin atención a la realidad y se dedicó a tratar de vencer al PSOE incluso cuando ello implicara establecer acuerdos con la derecha. Y no ha cambiado. Su rechazo al capitalismo palidece junto a su rechazo al socialismo democrático, su amor a los trabajadores y desposeídos se esfuma cuando los trabajadores y desposeídos osan militar en el PSOE, y su decisión de reorientar a IU lejos de los acuerdos del 78 no deja de ser triste... ese "aceptamos la monarquía, pero temporalmente", por ejemplo, invitó siempre a preguntarle dónde decían tal cosa los documentos originales del PCE (que sigue siendo la columna vertebral de IU) durante la transición. De hecho borró los tintes eurocomunistas del PCE antes de su llegada y consolidó la idea de la "berdadera hizkierda" que, por supuesto, era él y sólo él. Lo cual es triste.

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Por desgracia a Anguita, como a sus sucesores directos en Podemos, nadie les hizo nunca las preguntas difíciles. Ni siquiera ahora, cuando casi pide disolver IU para integrarla en Podemos viéndolo no como un partido de gobierno, sino como el partido que puede hacer el sorpasso del PSOE al que le entregó su vida. Lo cual es triste, porque pudo hacer mucho más por España.

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Me parece que quedará como un ejemplo de comunista comprometido pero cerrado, que al final sirvió a la derecha en su lucha. Lo cual es todavía más triste.

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Los periodísticos, generalmente para refrescar datos. Recientemente me pidieron los derechos de "Todos somos Superbarrio" para reeditarlo en México sin pago, en plan activismo, y los cedí pero releí el libro para ubicarme 20 años después. De hecho concluí que una parte del libro había envejecido bastante mal, la referida a la situación electoral. El libro era periodístico (nunca pretendió convertirse en la biografía definitiva del Súper, aunque se convirtió en ella al paso del tiempo) y por tanto tiene ciertas partes demasiado inmediatas que hoy carecen de sentido. Igual me ha pasado con "Crónica del desconcierto" porque allí tengo resumidas las claves del desastre zedillista y en particular la crisis económica desatada a fines de 1994, así que cuando tengo que referenciar ese momento histórico vuelvo al libro.

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De allí en fuera a veces releo algunos cuentos que me gustan especialmente, como "El libro de García" o "Nuestra propia tierra", especialmente cuando leo que alguien dice algo halagüeño o ferozmente crítico contra ellos, para reevaluarlos, nada más.

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Mis novelas hace tiempo que no las releo, curiosamente.

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No, por supuesto que no. Es cierto que debemos exigirle a los políticos una posición moral más firme que a otras personas, porque su responsabilidad es enorme en cuanto a la administración de los bienes colectivos y la toma de decisiones relevantes para toda una sociedad. Pero exigirles perfección es un vicio español que me parece que nos está paralizando. A veces parece que muchos no quieren a un político, quieren a un papá que sea Jesucristo redivivo. Ciertamente todo ser humano insulta a otros y se burla de ellos, y en muchos casos está mal, y es razonable disculparse, sobre todo si lo descubren, pero echarlo de su cargo me parecería desproporcionado en la mayoría de los casos. Habrá excepciones, pero no lo haría una regla.

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Si nos pretendemos ajustar a todas las exigencias de cada tuitero enfurecido, anónimo, quincemero y antisistema, todos los puestos de servicio público estarían ya desiertos. Hasta el de recogedor de basura.

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Sobre la difusión de imágenes o vídeos íntimos, son íntimos, no son asunto de nadie más que de ellos y quienes estén con ellos y no veo por qué deban llevar a una dimisión salvo que, por ejemplo, sea un político que basa su prestigio en una cosa y los vídeos demuestran que la practica, en cuyo caso la dimisión no es por su intimidad, sino por su hipocresía. Pero la mayoría de los vídeos íntimos no van por ahí.

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