Realmente es lo mismo un Estado laico y un Estado aconfesional? porque ambos términos son ambiguos y parecen significar lo mismo. España es oficialmente un Estado aconfesional, pero en ocasiones se comporta como un Estado confesional, sobre todo favorable a los intereses de la Iglesia Católica.
En realidad es un asunto semántico, dependiendo de cómo definas "aconfesional" y "laico" puede ser lo mismo o no. Así que lo importante es el significado y no la palabra. Lo que razonablemente se debe buscar es un estado que a) no practique ninguna religión ni dependa o reconozca en la práctica civil los rituales de ninguna religión, b) no imponga ninguna religión ni obligatoria ni preferentemente a sus ciudadanos, c) no privilegie a la estructura de ninguna religión ni la financie o reconozca, d) mantenga la posición oficial de que la práctica de la religión es un fenómeno personal y no social o político, y por tanto no dé relevancia a ninguna religión, e) que mantenga a todas las religiones fuera de la esfera de lo civil, que incluye la salud, la sanidad, la prestación de servicios públicos, etc.
Con esos parámetros, España es un estado esencialmente confesional y adherido a la iglesia católica (de hecho tu misma costumbre de escribirla con mayúsculas reverenciales revela la profunda influencia de la religión en la sociedad española), con la que mantiene relaciones privilegiadas por medio de un concordato, cuyos rituales reconoce para asumir puestos públicos (jurando ante un crucifijo), a la que financia de modo privilegiado y a la cual mantiene presente en las escuelas, en la sanidad, en el ejército y en flujos de financiamiento verdaderamente monstruosos para mantener a una jerarquía cuya única función es la religiosa (validando así oficialmente el parasitismo social de una religión).
Con esos parámetros, España es un estado esencialmente confesional y adherido a la iglesia católica (de hecho tu misma costumbre de escribirla con mayúsculas reverenciales revela la profunda influencia de la religión en la sociedad española), con la que mantiene relaciones privilegiadas por medio de un concordato, cuyos rituales reconoce para asumir puestos públicos (jurando ante un crucifijo), a la que financia de modo privilegiado y a la cual mantiene presente en las escuelas, en la sanidad, en el ejército y en flujos de financiamiento verdaderamente monstruosos para mantener a una jerarquía cuya única función es la religiosa (validando así oficialmente el parasitismo social de una religión).
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Miguel Blanco
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Joan Malé