Mauricio-José Schwarz

Me gustaría saberlo. En realidad el personaje parece absolutamente convencido, pero por otro lado es evidente que sabe que hay una mentira montada todo alrededor del mito coreano y de la dinastía Kim, y nadie puede ser tan tonto como para no darse cuenta. Quizás cree que sirve a un ideal superior sosteniendo la mentira, los he conocido así, pero claro, no hay ideal verdaderamente superior que tenga que sustentarse en la mentira, en el abuso, en la sumisión, en la opresión y la represión, en el capricho imperial. Y, finalmente, no es explicable, si realmente está convencido, que siga aquí, disfrutando la decadencia de occidente (largamente anunciada) y cobrando por cada vez que asoma la cara en los medios.

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Es increíble, pero en ese sentido hasta un sesohueco como Willy Toledo es más consecuente con su imbecilidad.

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Lo que suelo pensar cuando leo a Pigliucci: que lo que le interesa es contarnos su vida aprovechando lo que pasa afuera porque a él nadie le hace ni puto caso.

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Como dice que si creo que Harris intentaba tener un diálogo serio y Chomsky se portó como un petardo dejara de leer, casi dejé. Pero recorrí sus habituales ataques a conceptos vacíos como "Los cuatro jinetes" (una institución inexistente creada como marketing, como ya aclaré en mi libro, publi), el "movimiento ateo y escéptico" que es otro ente _imaginario_ y los "nuevos ateos", un hombre de paja aún más grande. En concreto, pasa por toda la gente que no lo adora, pateándolos uno a uno: Dawkins, Tyson, Hitchens... gente que NO tiene que ver con el intercambio entre Harris y Chomsky. Agrede con bajeza increíble a Sagan, a Krauss y a Paul Kurtz por si las dudas. Le faltó Hawking, lo habrá olvidado. Vamos, que llegas al final de su texto y no tiene NADA que ver con el intercambio Harris-Chomsky... ¿de qué se trata, entonces?

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Pigliucci escribe sobre el único tema que le apasiona: Massimo Pigliucci y su odio a quienes piensan distinto. En una exhibición que me parece vergonzosa para cualquiera que escriba para el público (filósofo o no), retuerce y falsea las ideas de muchos, salvando sólo a Dennet (porque es filósofo). Si son de izquierda le parece peor y lo usa en su amargura contra los que cuestionan la importancia de la filosofía (llegando al absurdo de llamarlos "antiintelectuales", con esa idea imbécil de que la ciencia no es una actividad intelectual, sólo lo es la filosofía).

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Si la pieza de Pigliucci sobre un comentario de Neil DeGrasse Tyson en la radio lo reveló como un sujeto amargado, de una furia descontrolada y cierta deshonestidad intelectual alarmante, esta pieza me lo confirma de modo contundente. Vive cabreado porque la gran mayoría de los que piensan como él sobre algunos temas simples (la evidencia debe normar nuestra aceptación de las proposiciones -escepticismo- y la falta de evidencias sobre las deidades nos lleva a no aceptar la proposición de su existencia -ateísmo, que es sólo una forma de escepticismo-) no piensan como él cree que deben pensar sobre otros temas en los que considera que es la autoridad.

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Patético, de verdad. Frases como la que acusa a Tyson de comportamiento cuestionable en cuanto a justicia intelectual o hablar del "marxismo harvardiano" de Sagan son de una bajeza espectacular para alguien que se siente el arbiter elegantiarum del pensamiento racional.

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Dice Pigliucci, en una explicación no pedida, acusación manifiesta, que no le importa no ser tan reconocido como sus agredidos y que le importa una mierda el estatus de "famoso", y que le importa una mierda nuestra opinión. En consecuencia, la opinión de Pigliucci a mí me parece que importa exactamente una mierda. Aunque escriba largos artículos inanes para llamar la atención como si fuera alguien.

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Opino que es una lamentable serie de afirmaciones dogmáticas que no se sustentan ni se demuestran, declaraciones ideológicas que se usan para tratar de legislar en cierto sentido. Y el error que cometen es el mismo de siempre, que las prostitutas que levantan la voz siempre reclaman: hablan de ellas, pero no con ellas, las convierten en sujetos de tutela, pretenden decidir por ellas y tratarlas como menores de edad.

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Curiosamente, en estos mismos días he seguido un hashtag #jornadahetaira, con una larga jornada de trabajo de las prostitutas sobre Dereechos Humanos, Trabajo Sexual y Trata. Recomiendo que se lea. Porque al leerlo te das cuenta de que lo que pueda opinar yo, personalmente, no tiene ninguna importancia más allá de mi reclamación contundente de que este tema NO puede tratarse si no es con las mujeres interesadas. Lo que importa es lo que dicen ellas, sin duda alguna. Y lo sustentan en la dura lucha que han llevado a cabo algunos grupos como Colectivo Hetaira que entre otras cosas combaten la trata desde dentro de los espacios donde se ejerce la prostitución. Copio algunos tuits al azar:

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"Los mitos culturales sobre la prostitución son una simplificación de la realidad" Cristina Garaizabal en #JornadaHetaira

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C. Garaizabal @c_hetaira: el abolicionismo confunde mujeres pobres con mujeres q no sean capaces d pensar y decidir #JornadaHetaira

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Ninfa en #JornadaHetaira: hay un acoso a la prostitución libre usando como excura la persecución de la trata

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C.Velocci: las políticas abolicionistas aplicadas por el ayuntamiento se convierten en violencia institucional. #JornadaHetaira

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Nereida defiende la prostitución callejera porque le permite decidir condiciones, no como la q defiende @Albert_Rivera #jornadaHetaira

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#JornadaHetaira, Marta González denuncia que hay un feminismo muy dogmático, que no tiene en cuenta a las prostitutas.

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Si una de las críticas a la izquierda mesiánica siempre ha sido su posición de "para el pueblo, pero sin el pueblo", aquí se aplica el "para las prostitutas, pero sin las prostitutas". Simplifican, infantilizan, deciden sin bases, dictaminan desde el desconocimiento e imponen autoritariamente su visión dogmática. Eso a mí no me parece ni lejanamente democracia. Por otro lado, el PCE tampoco ha tenido nunca una gran vocación democrática, así que no me sorprende. Que ellas hablen, que ellas decidan, que se les tenga en cuenta al proponer, al legislar y al gobernar.

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Me gustan menos ahora que antes, pero tuve una época enormemente intensa con el bolero, especialmente con la producción de Álvaro Carrillo ("Como un lunar", "Seguiré mi viaje", "Un poco más"), Armando Manzanero ("Contigo aprendí") y Sergio Esquivel ("Un tipo como yo"), entre otros muchos. "¿Qué sabes tú?" de Myrta Silva fue uno de mis favoritos cantado por Marco Antonio Muñiz. Me gusta también alguno que roza lo surrealista como "El calcetín" de José Sierra Flores o "Una lámpara sin luz", de Gerardo Reyes.

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Eres una brujula sin rumbo,
un reloj sin manecillas,
una biblia sin Jesús.

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Calles, las conoces metro a metro
y bajo este pavimento
tienes la tumba y la cruz.

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El frío quemó ya tu altivez,
tu religión es la indecencia,
admiro tu alma de hiel,
para ti el mundo nada cuenta.

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Oro que engañaste a la que adoro
y es, aunque sus besos lloro,
una lampara sin luz.

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No, no lo creo. ¿Cuáles credenciales serían las adecuadas? El tipo de redacción de la Wikipedia no se presta a eso, al menos en la edición en inglés, que es bastante equilibrada precisamente porque se exigen fuentes, datos, y un estilo no sesgado. En la Wikipedia en español, en cambio, creo que no serviría de nada porque sigue estando en manos de un pequeño grupo al que lo que le importa, en muchos casos, es la defensa de sus posiciones ideológicas.

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Vamos, lo que harías sería crear una burocracia colosal para comprobar las cualificaciones de cada persona que aporta a la Wiki en todos los países, idiomas y ediciones, un mecanismo que tiene todo lo necesario para ser torpe, ineficiente y costosísimo (cuando la wiki siempre anda escasa de fondos para su mantenimiento técnico)... y que _tampoco_ garantiza un resultado notablemente mejor en los contenidos. Lo que importa, pues, es lo que se dice y no quién lo dice.

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